CÁNTARAS CON RUEDAS
Enero 1990
Texto y fotos: Alberto Puerta
Cuando el impertinente zumbido del despertador nos arranca de los dulces brazos de Morfeo para iniciar una nueva jornada de trabajo, solemos comenzar esta con un desayuno del que, a buen seguir, forma parte primordial la leche.
Pero en cómodo gesto de abrir el refrigerador, y echar mano de la bolsa o brik del blanco alimento, no nos permite hacernos cargo de que para ubicarlo en nuestra nevera, muchos hombres y máquinas han debido trabajar duro para que llegue a nuestras mesas en las debidas condiciones de calidad, presentación e higiene.
Desde que las generosas ubres de las vacas nos ceden el preciado líquido, hasta que colma los vasos y tazas en el tibio amanecer de nuestros hogares, la leche ha seguido un largo y tortuoso camino que comienza en el preciso momento en que sale de los establos y que, por supuesto se realiza a lomos de un camión.
En la zona norte de la vieja piel de todo, donde el clima atlántico y su abundancia de lluvias hace crecer la hierba cubriendo montes y valles con un verde y perenne tapiz que es la base de la alimentación del ganado vacuno.
Para seguir la ruta de la leche desde su origen hasta nuestras casas nada mejor que iniciar esta tarea informativa por su captación en las granjas. Para ello subimos como ayudantes en un camión de recogida, gentilmente invitados por su propietario y conductor, José Arsenio Álvarez Martínez. José Arsenio, para todos sus amigos “el lecherín”, es un autónomo que efectúa su trabajo desde las seis de la mañana hasta pasadas las tres de la tarde. Lo más duro de su trabajo es que para él no existen los domingos, las fiestas ni las vacaciones y debe pasar por alto cualquier tipo de adversidad climatológica, pues las vacas aportan diariamente una cantidad de litros que inexcusablemente hay que retirar y entregar en la central lechera para la que José Arsenio trabaja en exclusiva.
UN BONITO PEGASÍN
Nuestro amigo posee un bonito Pegaso 1121 de dos ejes y 14.200 Kg de P.M.A. con una cuba de acero inoxidable integral que ofrece una capacidad de 8.500 litros y un ingenioso sistema de cargo por vacío que fue fabricada por Mecánicas Silva S.A. de Gijón. Para vaciar los bidones de leche José Arsenio introduce en ellos una manguera con un terminal también de acero inoxidable dotado de una válvula de mando que hace al motor realizar su función de aspiración por la cuba, creando en esta una depresión parcial que absorbe la leche del bidón depositándola en su interior. Últimamente se están colocando también bombas de vacío neumático movidos por una toma de fuerza en la caja de cambios del propio camión. Para realizar el trabajo con más comodidad viene equipándose a los vehículos dedicados a este trabajo de una manguera de absorción por cada lado, facilitando en gran manera la labor de la recogida de leche.
Es curioso el acuerdo tácito que los granjeros tiene con las distintas centrales lecheras de la región, pues cada uno de ellos entrega siempre su leche a la misma central. Como el precio de esta es la misma en origen es el mismo, las rutas de los lecheros son idénticas todos los días y por esto su relación con la gente del campo pasa de ser meramente comercial a existir entre ellos una corriente de simpatía y amistad que hace al recogedor introducirse como parte activa en la vida cotidiana de la granja.
Por lo general los camiones que efectúan la captación de leche granja por granja suelen ser de tonelajes entre las 15 y 20 Tm de P.M.A.
Pero cuando lo accidentado del terreno o las dificultades de los caminos vecinales, en algunos casos sin asfaltar, por los que han de transitar lo requieren se emplean camiones más pequeños, llegando a ser incluso todoterrenos de tracción total.
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A LA LUZ DE LOS FOCOS
Eran las cinco y media de la madrugada, noche cerrada aún, cuando llegamos a Lagisa-Ato Central Lechera de Gijón S.A. para acompañar a José en su temprana tarea. Él se encontraba ya a bordo de su Pegaso con el motor en marcha y en fase de calentamiento.
Una vez acomodados en la cabina y con todos los pertrechos perfectamente colocados nos pusimos en marcha para iniciar nuestra ruta con la puntualidad británica con que se efectúan este tipo de trabajos y que caracteriza a estos profesionales.
La confianza entre el ganadero y su recogedor es total, aquel deja sus bidones a la puerta de su casa y este mide escrupulosamente la cantidad y el grado de grasa de la leche, toma nota de estos datos y acto seguido realiza la maniobra de recogida con la manguera de succión, dejando los bidones vacíos en el mismo lugar con una copia del albarán que justifica la maniobra. Así casa por casa, va lentamente llenando la cuba hasta su completa capacidad.
Es una labor sencilla en sí misma, pero muy reiterativa, las pasadas son continuas y en algunos sitios la cantidad de litros recolectados es bastante exigua. Más cuando algún granjero tiene en su establo un número considerable de vacas y su producción diario de leche alcanza un valor estimable, la misma fábrica le facilita unos nuevos depósitos refrigerados de gran capacidad a los que la leche llega directamente de la ordeñadora automática y estos tanques se encarga de rebajar su temperatura hasta los 3 ó 4 ºC, facilitando su conservación y proceso de fabricación.
Mientras la noche fue dueña y señora del ambiente, trabajamos en solitario recorriendo caminos y veredas a la luz de los faros halógenos del “Pegasín”. Nuestro hombre conocía al dedillo su ruta y a pesar de que por algunos sitios tenía la impresión de que esta era más estrecha que nuestro camión, la maestría José hacía que los árboles pasaran rozando los retrovisores y sus frondosas ramas los acariciasen sin causarles el menor daño.
Cuando el sol poco a poco debilitó las tinieblas de la negra noche, fue dejando paso a un día otoñal claro y radiante que nos hizo disfrutar de unos paisajes realmente hermosos, en los que se podían apreciar la gran variedad de verdes tonos de las laderas y colinas que circundan la villa de Gijón. Para nuestro amigo, la belleza del entorno tampoco pasa inadvertida, pero diez años recorriendo la misma senda hacen que sus pupilas ya estén acostumbradas a tanta belleza.
Efectuamos una cuarenta recogidas y la capacidad de la cisterna se fue completando. Sobre las dos de la tarde retornamos a la central lechera. Tras pasar por la báscula acudimos a la zona de descarga donde el técnico que rápidamente pasó al laboratorio. Cuando desde este se dio el visto bueno a la calidad de la mercancía a entregar, las bombas trasegaron la leche a los depósitos de recepción y a partir de ese momento los operarios de Lagisa-Ato iniciaron el proceso que la hará llegar a nuestras casas fresca y rica en proteínas y vitaminas.
Una vez vacío el camión, José Arsenio lo cambió de lugar y con detergente y agua caliente a presión lo lavó tanto interior como exteriormente, quedando listo para la siguiente jornada que, siguiendo la costumbre, iniciará antes de que salga el sol.
La Central Lechera Lagisa-Ato una vez hecho el acopio de la leche procedente de las recogidas y tras su análisis de recepción comienza el proceso de elaborarla con los últimos avances tecnológicos en este campo.
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DE LA GRANJA AL HOGAR
Hasta aquí hemos relatado los primeros pasos que recorre la leche sobre un camión. Más a nuestra blanca protagonista aún le quedan cientos de kilómetros antes de poder alegrar nuestros hogares en puntos tan lejanos de su nacimiento como pueda ser la laboriosa Cataluña, la alegre Andalucía o la huertana Valencia.
Una vez tratada puede seguir dos caminos. El primero es llegar a los grandes centros de consumo en trailers-cisterna de 25.000 litros fabricadas enteramente en acero inoxidable y protegidas con una evolvente exterior de aislante que mantiene la temperatura del líquido inferior a los 4 ºC adecuados para su conservación durante el transporte.
Eleuterio Meana es uno de los transportistas que presta sus servicios para esta Central y cuenta con tres camiones articulados; dos Daf y un Volvo equipados con semis-cisterna especialmente diseñados para el transporte de lácteos y que cumplen con la homologación de la C.E.E., muy estricta en lo que concierne al transporte de productos alimenticios. Como la cisterna de José están construidas por Mecánicas Silva S.A. que por lo observado ofrece a los transportistas toda gama de tonelajes y capacidades para cumplir con sus necesidades.
“Tero” que es el diminutivo de nuestro amigo, tiene a su cargo la recogida diaria de larga distancia, así como el transporte por carretera a lugares tan diversos como Barcelona o Sevilla. Piensa que su trabajo es duro, pues no le concede descanso a lo largo de todo el año, pero su veteranía y profesionalidad le hacen superarse y cumplir fielmente su cometido.
Cuando nuestra blanca protagonista ha superado los procesos de su elaboración y pasteurización pasa a la zona de empaquetado, que a un ritmo de treinta mil litros/hora la va encerrando en los conocidos briks que pueblan las estanterías de tiendas y supermercados. Es impresionante el ritmo por el discurren en las cintas transportadoras hasta llegar a la zona de paletización. Aquí, sin que la mano humana intervenga directamente en ningún momento, una máquina automática va formando el palet que por medio de carretillas elevadoras pasa a ser almacenado hasta el momento de su envío.
Es aquí donde comienza el segundo camino de la leche y se realiza con camiones convencionales y muchos transportistas norteños tienen en él una fuente de trabajo e ingresos con los que defender laboriosamente sus empresas.
Los vehículos dedicados a este servicio son generalmente trailers con semirremolques de tipo batea con laterales abatibles que se adaptan a todo tipo de cargas, sobre todo pensando en el porte de retorno a su punto de origen.
Algunos, como trailer el de Edelmiro Lorenzana, que cuando realizamos este reportaje se encontraba en plena faena, tiene unos carriles a lo largo de la plataforma por los que los palets se deslizan desde la parte trasera facilitando la carga y el vaciado de la mercancía. El tractor de Edelmiro es un poderoso Man 19.462 provisto de suspensión neumática que le permite variar la altura del eje posterior, y de esta forma conseguir que el plano del semi sea el más adecuado para realizar la maniobra de la carga.
En un tiempo récord de quince minutos el camión está cargado y tras colocar el toldo debidamente, nuestro amable colaborador se encamina a la oficina del almacén. Allí el jefe de expediciones le entrega la documentación de la carga y tras subir de nuevo a su preciosa cabina decorada y colocar el disco en el tacógrafo, sale lentamente de la fábrica hasta llegar a la N-630 por la que transitará con las 25 Tm de leche empaquetada hasta Madrid, punto de destino de la mercancía.
Quizá de ahora en adelante y teniendo un conocimiento un poco más amplio de la lucha de todos estos hombres en su labor de servicio, ese gesto instintivo y mañanero de abrir el refrigerador para preparar el desayuno nos resulte un poco más transcendente si pensamos en ello.
Como siempre un excelente reportaje , leerlo te hace viajar en el tiempo en concreto a mí niñez lo leí con 9 años hoy tengo 43
Me alegro que te haya gustado revivirlo….