CUANDO EL TRANSPORTE SE VUELVE AVENTURA
DE HOLANDA A UCRANIA CON MERCANCÍAS PELIGROSAS
Dos mil cuatrocientos kilómetros de viaje, tránsito por cinco países europeos y un equipo humano formado por diez personas de diferentes nacionalidades son los protagonistas de un particular periplo que comenzó en el puerto holandés de Rotterdam y terminó en la ciudad de Vinitsa, en la actual República de Ucrania, antiguo estado de la extinta Unión Soviética.
La idea surgió en Eindhoven, sede central de Daf Trucks N.V. A alguien se le ocurrió que la mejor manera de probar la eficacia de sus camiones era realizar un viaje real en una de las rutas que comienzan a ser frecuentes para las empresas de transporte de Centroeuropa y cuyo punto final es algún país del Este Europeo. Para ello Daf recurrió a una de estas compañías que ya tiene abiertos esos itinerarios; la empresa elegida fue Centrum Transport basada en Valkenswaard. Daf preparó tres magníficas tractoras; dos FT 95.500 y una FT 95.430 equipada con la cabina Super Space Cab, con los consiguientes niveles de confort y calidad de vida a bordo que este componente aporta.
La empresa Centrum Transport participará con la mercancía, productos pesticidas para acabar con las frecuentes plagas de insectos que diezman los extensos cultivos de cereal en Ucrania. También participarán tres conductores de la empresa; Sait, Peter y Teo, así como el propio hijo del dueño de la empresa, Rofl Daris quien pilotó el vehículo de apoyo, una Chrysler Voyager, a este particular convoy.
Por último entre las dos entidades consiguieron involucrar a los miembros del TransEuroTest (TET), invitándonos a participar en este viaje-aventura-trabajo y aportar nuestro particular grano de arena con tres semirremolques propiedad de los organizadores del TET. Finalmente las diez personas nos dimos cita en Rotterdam para acabar en Ucrania, componiendo una particular Torre de Babel que puede ser buena muestra de la pluralidad racial de y cultural de esta Europa de final del siglo XX.
DIARIO DE VIAJE
Miércoles 10 de Mayo
03.00 p.m. Comienza la jornada de trabajo del primer día. Me presentan al que será mi compañero de aventura y de cabina durante todo el viaje. Se trata de Sait Sevgic, un turco afincado en Holanda con 25 años de profesión a sus espaldas, los once últimos trabajando para Centrum Transport. Sait es una auténtica enciclopedia humana sobre el transporte internacional. No cabe duda de que este tipo simpático, bajito y regordete es toda una garantía de éxito, no en vano es un políglota autodidacta que domina perfectamente varias lenguas de los países del Este que atravesaremos en nuestro periplo. Habla holandés, alemán, húngaro y algo de ruso, además de turco. Casi nada.
06.00 p.m. Llegan a la base de Centrum Transport los semirremolques cargados. Procedemos a engancharlos a las magníficas tractoras Daf y comprobamos en báscula la correcta distribución de pesos por ejes. En Austria son muy estrictos en este sentido. Tras efectuar el precintado TIR en las propias instalaciones de la empresa, el “Big Boss” Jan Daris, convoca un pequeño encuentro en la sala de conductores. Extrañado recibí un puñado de bolígrafos de propaganda de Centrum y cuya finalidad comprendía a la perfección tres días después.
07.00 p.m. Un poco tarde ya para estas latitudes nos ponemos en marcha tomando la autopista que se dirige a Alemania. Efectuamos la primera parada en Aachen para comprar las nuevas e imprescindibles euroviñetas, sin las cuales no podríamos circular por las autopistas alemanas.
11.00 p.m. Se impone la cena reparadora. El Truckpoint de Koblenz no cierra en toda la noche y es un restaurante muy conocido entre los camioneros por este motivo. La verdad es que el menú respondía totalmente a los gustos germánicos y por lo tanto algo menos a los de un chofer latino. Mucha cantidad, poca calidad. Después de los cafés de rigor y una entretenida y debatida sobremesa es la hora de dormir. En la cabina, por supuesto. La Super Space Cab comienza a dar muestras de sus virtudes. Es como un pequeño salón, cómodo y espacioso para dos conductores. La primera sorpresa del viaje comienza esa misma noche. Sait me sorprende con unos agudos ronquidos. Tendré que poner remedio en noches sucesivas a este “pequeño” inconveniente.
El viaje comienza a prepararse en la base de Centrum Transport. Ningún detalle debe olvidarse porque en Ucrania, nuestro destino final, no es fácil salvar obstáculos y mejor siempre es prevenir. En Centrum Transport conocería a Sait, el que sería mi compañero de viaje, un turco del que aprendería mucho, sobre todo en el trato con la gente del Este. Los camiones iban equipados con sistemas de comunicación vía satélite y fue precisamente Sait quien me enseñó su manejo.
Jueves 11 de Mayo
07,30 a.m. El despertador oficial del convoy, Peter, nos saca de los dulces brazos de Morfeo con unos no tan dulces golpes en la puerta del Daf. Rigurosa disciplina militar, pase por las duchas, café y a girar la llave de contacto para ponernos en marcha.
18,30 p.m. San Valentín, ya en Austria, es un pequeño pueblecito que ha pasado a la historia por la ubicación en sus cercanías del tristemente famoso campo de concentración nazi de Matthausen. En el restaurante, con una clientela mixta, camioneros y turistas cenamos un poco mejor que la noche anterior. Otra vez la sobremesa bien regada con rica cerveza bávara propició la soltura de nuestras lenguas en esta pequeña Torre de Babel en la que se ha convertido el viaje y fluye el intercambio de opiniones.
23,30 p.m. Nos retiramos a nuestra confortable cabina Daf Super Space Cab. He preparado una solución in extremis para que los ronquidos de Sait no me molesten esta noche. He mascado y reblandecido unos trozos de Kleenex para inventar unos “redentores” tapones para los oídos.
Viernes 12 de Mayo
06.00 a.m. Tocan diana. Hacemos cola ante la ducha, desayuno y nos ponemos en marcha. Sin novedad alcanzamos la frontera entre Austria y Hungría. Los policías nos impiden hacer fotos. Aunque hay bastantes camiones los trámites se realizan con relativa agilidad. Vemos los primeros Kamaz, Liaz y Tatra, lo que nos da el primer aviso de que ya hemos cruzado esa línea imaginaria que aún divide el oeste europeo del este. Por lo general el estado de estos camiones es bastante destartalado, lo que choca enormemente con nuestros nuevos y deslumbrantes Daf.
17,30 p.m. El gasóleo escasea ya en el depósito de combustible, a pesar de los 500 litros de capacidad de nuestro Daf. Tendremos que aplicar todo nuestro saber sobre conducción económica para poder llegar hasta Ucrania, donde el gasóleo es bastante más barato. A pesar de ello, repostamos tan solo 60 litros puesto que la frontera ya está cerca. Sait, mi compañero regatea el precio del carburante con el encargado de la gasolinera, como si estuviera en un mercado de Estambul.
Una reflexión viene a mi cabeza. El paso de un Estado totalmente proteccionista a otro de menor intervención está poniendo en serios aprietos a esta gente. La prostitución es algo normal en los arcenes de las carreteras. Meretrices que casi tenían que estar jugando con sus muñecas, apostadas en las orillas de la ruta comienzan a hacernos señales inequívocas de que nos paremos. Y es que hay algunos lenguajes universales.
20,50 p.m. Cerca de Debrecen hallamos un solitario restaurante que nos da de cenar sin grandes lujos. La comida está aceptable. No sé si por la verdadera calidad o por el hambre canina almacenada en nuestros estómagos. Otra vez las tradicionales cervezas después de la cena. Sait bromea con la camarera. Desde que entramos en Hungría mi compañero turco está muy juguetón con las mujeres. Aunque pienso que la “oficialidad” del viajes le coarta bastante y no pasa del juego dialéctico. Por otra parte y a la hora de dormir los tapones de papel han sido milagrosos. Estoy pensando seriamente en patentar los “tapones Kleenex”.
La etapa intermedia transcurre por los “civilizados” países centroeuropeos. Las autopistas alemanas y los servicios aduaneros austriacos estarían días después en nuestra mente, ante los caminos de tierra y los problemas y colas en la frontera entre Hungría y Ucrania. El este europeo está a años luz de los muy desarrollados países occidentales con los que, sorpresas del destino, comparten fronteras. En Ucrania las gasolineras son contenedores que se ubican en terrenos nada propicios para camiones cargados.
Sábado 13 de Mayo
06.00 a.m. Un día más el madrugador Peter toca a diana con puntualidad inglesa. En el día de hoy nos sorprende la lluvia que golpea con fuerza la cabina. Como no hay ducha, una “toilette” de emergencia nos pone a punto para otra jornada. Záhony es el último pueblo húngaro antes de cruzar la frontera ucraniana y en sus cercanías descubrimos con estupor nada más y nada menos que seis kilómetros de retención que conforma una larga cola de camiones esperando superar los trámites aduaneros.
Son casi todos viejos Kamaz, Kraz, Maz, marcas de la antigua Unión Soviética. “A una media de tres camiones por hora -comento en voz alta- tenemos para dos días de espera”. El viejo Sait sonríe con cara de diablillo maléfico. ¿Qué as se guarda en la manga esta vez?, me pregunto mentalmente. El salvoconducto para no esperar aparece rápidamente en las manos del turco y es la bolsa de bolígrafos que nos entregó el jefe de Centrum Transport el día de nuestra partida y de lo que yo tanto me extrañé
08.45 a.m. Mientras esperamos en la cola, Sait y Rolf toman el Chrysler y se van hacia la frontera. A los quince minutos retornan y con una señal nos mandan avanzar sin respetar la cola. Adelantando a todos los camiones estacionados llegamos hasta la barrera de control. Los bolígrafos han hecho el milagro. Pasamos directamente al control de aduanas. Una ingente cantidad de guardias con aspecto militar inspeccionan hasta el último rincón de nuestros camiones.
11.30 a.m. Aunque parezca increíble a esta hora ya hemos resuelto los trámites. Todo un récord. Ya estamos pues en Ucrania. En este lado de la frontera cientos de coches se agolpan esperando poder pasar al otro lado, en un viaje que me imagino tiene más de huida que de otra cosa.
La carretera, si así puede llamársela, es una fina capa de asfalto que malamente disimula las irregularidades del terreno. Las suspensiones del Daf dan muestra entonces de su auténtica eficacia. En algunos tramos concretos los baches y socavones nos obligan a circular en primera velocidad. El camión salta y se encabrita en esta ruta, que se asemeja más a una de las pistas por las que este año transcurre el Granada-Dakar, que a cualquier carretera de las que conozco. Un alto en el camino nos permite estirar las piernas y admirar una preciosa iglesia ortodoxa al pie de la carretera. Empiezo a no poder leer ningún cartel indicativo puesto que ya están todos en ruso, idioma que usa el alfabeto cirílico, con caracteres irreconocibles para los occidentales. Admirado veo cómo pasan dos Pegaso Troner con matrícula rumana. Jamás hubiera pensado encontrar vehículos de la antigua Enasa-Pegaso a este lado de Europa.
16.50 p.m. El combustible se agota y es necesario repostar, En Ucrania todavía no se ha dejado sentir la mano de las multinacionales del petróleo. Como casi todo en este país, las estaciones de servicio son también tercermundistas. La elegida por nuestro convoy para repostar estaba formada por tres contenedores aparcados a la orilla de la carretera en los que se almacenan los distintos combustibles. Sait vuelve a regatear el precio intimidando a los infelices con su voz chillona y su cartera repleta de marcos alemanes. En Ucrania no existe todavía papel moneda oficial, existe una especie de billete-cupón. El cambio es espectacular; 80.000 cupones equivalen a un marco. El terreno de la zona de llenado es tierra a medio compactar y en la que se entierra el eje delantero del Daf.
Ya en Ucrania, el asfalto se ve sustituido por caminos de tierra, los restaurantes de carretera no existen, así que la furgoneta Chrysler Voyager que hemos llevado repleta de provisiones será nuestra mejor aliada. El viaje ha llegado a su fin y Sait ha sido todo un descubrimiento. No sé qué hubiera sido de nosotros sin sus artes para el regateo y para agilizar los trámites aduaneros.
07.30 p.m. Termopol es una ciudad ucraniana de unos 190.000 habitantes ubicada en una fértil meseta, tapizada por cultivos extensivos de cereales que en esta época del año todavía lucen un impresionante color verde. En ella haremos noche. Cerca de la circunvalación de Termopol está el aparcamiento TIR. Bueno, lo de aparcamiento es todo un decir porque esta campa, cerrada por una alambrada, llena de barro por la reciente lluvia y custodiada por un civil armado con una pistola automática, poco o nada tiene que ver con nuestra idea de aparcamiento. Sait vuelve a regatear el precio de la estancia y el otro gime no sé qué problemas de salud de su hijo, relacionado con el accidente nuclear de Chernóbil.
El gran chef Rolfy vuelve a encender los fogones de gas del Chrysler, mientras el bonachón de Teo, probador oficial de Daf prepara el café en las cafeteras de los camiones. Peter saca las silla plegables y a la luz de una portátil damos cuenta de una cena enlatada que constituye nuestro único menú desde que cruzamos la frontera. Lo que no falta son las provisiones de cerveza y por primera vez en el viaje, y haciendo honor a la tierra donde estamos, las de vodka tampoco faltan. Quien más quien menos empinamos el codo con fruición. Decididamente un poco de alcohol y los “tapo-Kleenex” son el mejor invento para dormir cerca del “sonoro” Sait.
Domingo 14 de Mayo
07.00 a.m. Hoy es nuestro último día de viaje y estamos a tan solo ciento cincuenta kilómetros de nuestro destino final y Peter parece que no se ha enterado del día de la semana en el que estamos. Domingo y vuelve a madrugar. Hoy el despertar es algo más brusco. El vodka de la noche anterior se deja sentir y todos nos preguntamos para qué tantas prisas. El tímido hilo de agua del bidón del semirremolque consigue refrescarnos un poco mientras que la cabeza intenta ajustar sus funciones
13.30 p.m. Las callejas de Brailov, villorrio a 80 kilómetros de Vinitsa y punto final de nuestro viaje, son de barro, de lodo que el tiempo y el uso han compactado. Los tres camiones transitan por ellas levantando molestas nubes de polvo. A las afueras de Brailov un almacén medio derruido es el destinatario final de nuestra mercancía. Al ser domingo no hay más personal que el guardia. Es muy joven pero tiene una sonrisa siniestra. Los tres incisivos son de oro y le otorgan un aire draculesco. Por estos lares debe ser una moda, aunque a mis ojos resulta una estética algo desfasada.
15.30 p.m. Comemos del cajón, como ya es costumbre desde que entramos en Ucrania. Terminamos la descarga y damos por concluido este viaje en el que hemos conocido otras gentes, otras formas de vida más atrasada que la nuestra, aquí en la misma Europa, y que en realidad ha sido mitad aventura, y mitad trabajo real. La vuelta a casa en avión ya será otra historia.
LA FILOSOFÍA DE LOS NUEVOS FENICIOS CENTRUM TRANSPORT
Si en la antigüedad fueron los fenicios los grandes precursores del comercio internacional, en nuestros días son los holandeses los que mejor reflejan el espíritu de este antiguo pueblo mediterráneo, haciendo gala como ningún otro país europeo hoy en día de la imaginación necesaria para crear y abastecer nuevos mercados.
Centrum Transport fue fundada hace 29 años cuando Ja Daris y su hermano decidieron dedicarse al transporte por carretera. Sus inicios, como cualquier otra actividad empresarial, no fueron fáciles. Dos viejos camiones y el movimiento de mercancías en el interior de Holanda fueron el punto de partida. El carácter laborioso e inquieto de los hermanos Daris hizo que la empresa fuera ampliando sus actividades hasta crear una sólida, efectiva y bien reputada compañía que hoy constituye un consorcio de empresas dedicadas al transporte internacional.
La flota de Centrum Transport la componen 200 camiones que cubre toda Europa, pero con los países del Este como primer objetivo comercial. La empresa cuenta con centros de almacenaje, talleres de mantenimiento, edificio de oficinas comerciales, en fin, todos los medios materiales y técnicos que hoy en día requiere una moderna empresa de transportes.
Entre sus últimas innovaciones está la adopción de sistemas de comunicación vía satélite entre los camiones y la base de la empresa, con el objetivo último de mantener la comunicación en todo momento con el conductor. Los tres camiones que integran nuestro convoy estaban equipados ya con este sistema, pudiendo comprobar “in situ” la utilidad y eficacia de estos equipos.
Desde un país periférico como España puede resultar extraño este interés de Centrum Transport por los países del Este europeo y asiáticos como objetivos prioritarios a desarrollar. Preguntamos al dueño de la empresa Jan Daris sobre dicha estrategia.
“Los mercados de la Vieja Europa –responde el director de Centrum- resultan demasiado competitivos para la situación en la que se encuentran. Esta es la razón por la que buscamos otros tráficos, preferentemente en zonas de difícil acceso que nos permiten conseguir un margen comercial bastante más alto que el transporte convencional, con precios más rentables porque no basta con poner el camión para llevar a cabo el trabajo. Es necesario valor, imaginación y personal muy cualificado y esto se cobra. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, en un viaje a Kazajistán (república asiática que pertenecía a la antigua URRS) tiene una duración media de cuatro semanas”.
Así no resulta extraño que los camiones de Centrum Transport rueden en convoyes que van de los tres a los diez vehículos cuando circulan por estas latitudes. Una mano amigo es siempre bien recibida y si estás a tres o cuatro mil kilómetros de casa, para que contar.
REPORTAJE REALIZADO EN MAYO DE 1995.
Muchas gracias Iñaki
Así como el del marisco si lo había leído en su de este no me acordaba y la verdad en estos días tdvia se ve como era el transporte en esos países digamos “difíciles”y ya que no nos acordarmos de ir con diferentes monedas y lo que conllevaban las fronteras….,
A mi solo me toco Portugal y Francia y ya me valía bastante 🤦🏻
Un saludo
Muchas gracias por tu comentario Iñaki. Esta es la intención de estos reportajes. Que recordemos como era el transporte de los noventa
Muchas gracias por tus comentarios Iñaki
Sin duda mi otro favorito, reportaje que me marcó en su día y desde mi pupitre de instituto mi imaginación volaba en ese DAF, destino…quien sabe ..Años después alguna frontera de ese reportaje la cruzaría a veces con miedo otras con nervios…sin esos nervios no hay pasión en tu trabajo.. Gracias por recordarme este magnífico reportaje.
Gracias Iñaky